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martes, 27 de octubre de 2015

Maldito ego


En una ocasión, 
cuando cumplí los 28 años, 
no vino nadie a la fiesta 
que monté para celebrarlo. 
Es un recuerdo 
que me torna en forma de espanto 
cada vez que pienso 
en presentar un libro 
u organizo un acto.
Primero me parece una pesadilla 
luego me reconforta pensar 
que fue un rito iniciático
y que, desde entonces, 
empecé a reírme de mí mismo 
en las debacles y los chascos.
Y este maldito ego 
hace que, tantos años después, 
me siga pasando
y tenga que ponerme 
la nariz de payaso.

© Mariano Crespo


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