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miércoles, 3 de junio de 2015

Más magia que texto


Pocas páginas del libro de mi historia 
ocuparon y no aparece su nombre 
en el índice onomástico
de mis verdades y mis leyendas.
Siempre me acuerdo de ellas 
cuando veo a esas mujeres 
que llevan un corazón entre el hielo, 
por el pasillo de un aeropuerto
entre sala y sala de espera,
para coser un latido a un pecho.  
Un órgano 
desahuciado de un cuerpo 
y que va de la vida a la vida,
-sin presente de indicativo- 
pero con todo el futuro 
que ya no le queda a un muerto.
Siempre me acuerdo de ellas,
de esas mujeres a las que los aviones esperan.
Mujeres de zona de tránsito 
con toda la urgencia de ida,
con el anonimato de vuelta.
Poca arena compartimos 
del reloj de los afectos 
y sin embargo, sin vosotras, 
no me concibo ni entiendo.
En mis películas 
imprescindibles 
que muy pocas veces cuento 
hay actrices secundarias 
que sostienen
con más magia que texto

-incluso a su pesar-
la parte central de mi argumento.
Mujeres de manos cálidas, 
ángeles con sexo.

© Mariano Crespo


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