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sábado, 18 de abril de 2015

Sueño


Las damas cimbreaban los abanicos para darle viento al tedio.
Era el preludio en re menor para un siglo venidero.
Creo que dieron en llamarle el del progreso.
Ella se desabrochó la blusa 
y, sin pudor, me dejó el corazón al descubierto.
Ella, coqueta y plural, como un centro de flores,
tiene todos los nombres del universo y de todos los jardines 
el tránsito de los tiempos.
No me pregunten como concluye el sueño.
Hace varias lunas que no me despierto.
Ni estoy en ello.
Los vapores de la fuente del delirio me regalan días bellos.
Me llamaban Amor 
y hay cabezas en las que dan por por muerto
desconociendo, incautas, 
al desabrocharse la blusa, 
que a su corazón le tengo puesto precio.


© Mariano Crespo

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