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domingo, 29 de marzo de 2015

Chamarilería


Una señora culta, inteligente,
lúcida, me dijo un día
en la intimidad de la sobremesa,
que su marido nunca la dejaría 
porque era un hombre
que nunca se desprendía
de nada inútil o viejo
fuera una mujer o una silla
un trasto o una reliquia.

A ella casi se le escapó una lágrima,
yo todavía no he digerido 
aquella lejana comida
con un corazón en la chamarilería.


© Mariano Crespo

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