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jueves, 22 de enero de 2015

Letanías del desprecio


                                       Y con la última
                  copa, la del desprecio,
             brindo por los que aman como yo".
                                    "MUSEO DE CERA"
                                      José María Álvarez 



Odio los consejos de ministros
y las radios de los taxistas.

Odio las medias mentiras
y que miren el reloj 
consultando la hora,
cuando yo apelo al deseo
contemplando las tetas.

Odio las frases hechas,
los orgasmos fingidos
y los que observan el currículo
e ignoran la biografía.

Odio a esa élite de mujeres 
que estudian 
para documentalistas de rencores.

Odio las tarjetas de presentación,
los besos de compromiso,
las canciones de la tuna
y las recetas contra el mal de amores.

Odio los concursos de todo
tanto como las tertulias de nada.

Odio los traficantes de sueños
que nos meten promesas en vena
y nos hacen adictos al engaño.

Odio el paripé, la impostura,
el tener altar en la tierra
y ser un patán en 
la República de los Cielos.

Odio las primeras comuniones
y las últimas hostias.

Odio a los que amenazan 
con cuchillos, revolver o infierno.

Odio la libertad condicionada.

Odio la buena voluntad
con la mala práctica conjugada.

Odio que se llame maestro a un torero
y funcionario a un catedrático.

Odio que se denomine doctor
a quien solo es un mecánico del cuerpo
y que se vayan muriendo de asco
los buenos médicos.

Odio todos los muros
el de la vergüenza, 
el de las lamentaciones
y el de los cursis en Facebook.

Odio la bolsa, las rifas,
y las tarifas en los museos
que ponen precio y coto
a lo excelso, a lo bello.

Odio las rejas en los santos lugares
de la entrepierna sagrada.

Odio el hábito y el uniforme.
Odio la tarjeta roja directa.

Odio a los camareros que insultan
a los borrachos.

Odio a los camellos que desprecian
a sus adictos.

Odio a las empresas
que ponen que su producto mata
y siguen recogiendo beneficios
de los asesinatos.

Odio lo cantos de sirena
las cartas a los reyes vagos
y las colas para besar santos
y el vacío frente a los sabios.

Odio a los que confunden
la cultura con las preguntas del Trivial.

Odio la halitosis de los predicadores
y el olor a vicio de los confesionarios.

Odio los fines que abdican
de los principios.

Odio las recetas para el éxito
y los libros de autoayuda 
en la carretera del fracaso.

Odio la indiferencia y los charcos.


© Mariano Crespo

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