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jueves, 21 de agosto de 2014

Retorno de la Bahía


Acabo de llegar a esta casa 
con cuya propiedad me engaño
y el único sitio en donde mi ausencia 
me complace descubrir
en cada cuarto. 
Deshago el equipaje 
y saco la pipa 
y el tabaco.
Aunque no la haya usado 
me agrada que mi cómplice de sueños 
viaje adonde yo viajo 
para luego, entre humos, 
rememorarlo.
Les diré que he visto el mismo mar
que descubrí hace 37 años 
y con humildad acepto 
que aun no he aprendido a contarlo.

También les confieso 
que el me ha visto a mí. 
Lo sé porque eso duele dentro
y profundo 
como un espejo de espuma
o el vacío de un cuenco. 

Por lo demás, 
tierras de viñas y cante, 
un lugar en donde bailan los caballos
los hombres huelen a sal 
y las mujeres fueron cigarreras 
antes que flores
y juncos cimbreando el atlántico. 

Marinos y botánicos 
liberales y cofrades 
hedonistas paganos 
en misa de doce 
y algo en el aire 
que no es aire ni algo.

Si han estado en América 
tras escuchar un fandango
saben de qué hablo. 

© Mariano Crespo 

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