Hay una edad en que se pueden hacer pocas cosas
sin control médico.
Por eso cuando me como el mundo
tomo protector gástrico
y me vigilo la tensión cuando miro tu retrato.
Hay una edad en que se pueden hacer pocas cosas
sin que suenen a “déjà vu”, a familiar escalofrío
Pero aun me desarman
los animales abandonados y los objetos perdidos
sobre todo si llevan el perfume del dolor de un niño.
Las camas de cartón con la barata compañía del vino
para espantar el miedo de los que viven sin espejos.
Las mentiras de los diarios por las que asoma
como en los trajes nuevos la etiqueta del precio.
La niebla en las pupilas de seres con exceso
de peso en el cajón negro del olvido.
La arrogancia del viento con los castillos de arena
y el sentimiento de fracaso del poemario
que abandona por no deseado el escaparate del librero.
Hay una edad en las que se pueden hacer pocas cosas
y empiezo a pensar cuándo la pasé
y por qué no aprendo.
© Mariano Crespo
sin control médico.
Por eso cuando me como el mundo
tomo protector gástrico
y me vigilo la tensión cuando miro tu retrato.
Hay una edad en que se pueden hacer pocas cosas
sin que suenen a “déjà vu”, a familiar escalofrío
Pero aun me desarman
los animales abandonados y los objetos perdidos
sobre todo si llevan el perfume del dolor de un niño.
Las camas de cartón con la barata compañía del vino
para espantar el miedo de los que viven sin espejos.
Las mentiras de los diarios por las que asoma
como en los trajes nuevos la etiqueta del precio.
La niebla en las pupilas de seres con exceso
de peso en el cajón negro del olvido.
La arrogancia del viento con los castillos de arena
y el sentimiento de fracaso del poemario
que abandona por no deseado el escaparate del librero.
Hay una edad en las que se pueden hacer pocas cosas
y empiezo a pensar cuándo la pasé
y por qué no aprendo.
© Mariano Crespo
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