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martes, 20 de mayo de 2014

Destinatarios


No escribo para mí
al igual que no me excito 
cuando me contemplo al espejo. 
Escribo para ti 
por los efectos demoledores 
que obran en tu estructura 
la dinamita de mis palabras
y el narcótico de sus acentos. 

Escribo para los muertos 
con el egoísmo de los poetas 
que encuentran contertulios 
en la ceniza de la inteligencia
en el perfume del ingenio 
que torna a los árboles 
cuando agoniza el invierno. 

Escribo más que nada
para los analfabetos 
los viajeros sin un mapa mundi 
ni tan siquiera una cometa. 
Para los niños tristes 
en la bancada escondida 
de la pared de la escuela. 

Escribo para los que llevan 
el reloj del campanario 
en el bolsillo de la chaqueta 
sujeto con una cadena de plata 
y junto a un caramelo de menta. 

Escribo para los desertores 
y para sus escopetas de feria 
para las ancianas que toman anís 
y los héroes que toman el palacio 
de invierno de la conciencia. 

Escribo para los transeuntes 
y los que hacen de la rutina una epopeya 
para los amantes furtivos en hostales
y el cerillero de las tabernas
que presta dinero cuando la fortuna 
te ha estampado la puerta. 

Escribo para las porteras 
y las señoras de la limpieza 
los que recolectan la miel 
y los que jalean a las abejas. 

Escribo para gente que ignora 
que me lee que me quiere que me detesta. 

Escribo con todo mi amor 
cuidando cada palabra,
mimando cada letra 
para los que no tienen correspondencia
los que hablan con los gatos 
se abrazan con las ausencias 
y besan el aire sin esperar 
nunca, nunca, respuesta.
 

© Mariano Crespo

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