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domingo, 8 de septiembre de 2013

El delirio de las azucenas



Me falta un carmen,
una fuente o una nube 
impertinente
de media tarde
con la paz mansa
de la palabra agua.

Me sobra este aire plomizo 
sin aromas de tierra húmeda 
y esta campana muerta
que no tañe 
pero bosteza. 

A Federico se le bebe
al borde de la acequia
cuando no vuelan los pájaros
y deliran las azucenas. 

A García Lorca
se le mete un lirio seco 
entre dos poemas
y se le recuesta sobre las rodillas
al olor de la yerbabuena. 

Y dejamos pasar las horas 
por si este cielo de Madrid 
se embelesa y nos regala 
el color añil y moscatel 
del atardecer en la Alhambra.
 


© Mariano Crespo 




                  

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