Todos los que hemos transitado
fijos o interinos por la tragedia
sabemos que el despido y el tiempo
la convierten en comedia.
Salvo en el amor.
Cuando se devuelve el rosario de la madre,
el desamor es siempre una ponzoña
que no te deja recordar los instantes agradables.
Las cofradías de despechados sacan al cristo sangrando
y no hay domingo de resurrección en la ermita del odio.
El amor es una adicción sin piedad
porque cuando falta la dosis, la abstinencia
borra de tu corazón todas las risas de la amapola.
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