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domingo, 28 de octubre de 2012

Los años, castañas y castaños



En atardeceres fríos como el de hoy,
mi madre tenía por costumbre,
convocarnos en la cocina a cocer castañas.

Primero se calentaba el aire
y después las manos al pelarlas y soplar
como si fueran velas de cumpleaños.

Me vienen a la memoria
las manos nudosas y llenas de ríos
verdes de mi abuela
acercando los dedos a lo que asomaba
bajo un pañuelo negro que le cubría la cabeza.

El fogón era de carbón y astillas de madera.
Mi sillita de nudos y cuerda.

A la noche llegaba mi padre
y tras quitarse la bufanda
se servía en un vaso para enanitos
dibujado de flores en círculo
un chorrito de anís del mono.

Yo creo que en mi familia nadie tuvo perras
pero frío tuvimos en abundancia en casa.

Los troncos de los castaños
guardan grabados
con el cuchillo de los años
nombres de mis entrañas.
 
Adoro las castañas.

© Mariano Crespo Martínez



                 

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