Páginas

lunes, 13 de agosto de 2012

Sin vergüenza





Los sabios al servicio de los intereses inconfesables
diagnosticaron, tras larga investigación y debate,
que el asesino era la víctima.

Un ujier, atónito, precisó:
- En mi pueblo eso se llama suicidio.

Se hizo un silencio tan sepulcral que olía a cadáver.
El que parecía tener más predicamento
de entre aquel grupo de notables, sentenció:

- Parece un caso claro de vivir por encima de sus posibilidades.

Los periódicos de la mañana lo reprodujeron
sin pudor en grandes titulares.
 


 © Mariano Crespo Martínez



                

No hay comentarios:

Publicar un comentario