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viernes, 31 de agosto de 2012

Hasta el infinito y más allá


 
Cómo explicarte mi vida, hijo.
Cómo contarte este camino.
Papá, a veces, pasó las de Carpanta.
También se tranformó en otros
casi como Mortadelo.
Vosotros, mis niños,
nunca fuistéis Zipi y Zape
sino cariñosos enanos parlantes
y yo no tuve que ejercer
de don Pantuflo Zapatillas.

He vivido en casas
alquilado
con más jaleo
que la misma 13, Rue del Percebe.

Y ahora estoy cerca del abuelo Cebolleta
y adoro que te encanten mis historias,
mis chistes malos,
nuestros abrazos de oso
y mis besos con sonido.

El otro día me preguntaste
cuando me moriría
y aventuré que a los 85.
Hiciste tu cálculos
y te parecio un tiempo breve.
¿Y yo? -demandaste inquieto-.
Yo te dije, que con lo que avanza la ciencia,
podías llegar a los 200 años.
Guardaste silencio.
Alborozado añadiste
que la ciencia además
aumentaria mis años.

Entonces, por vez primera,
quise ser por ti
Buzz Lightyear,
que te agarraras de mi mano,
gritáramos: "Hasta el infinito y más alla"
y alzásemos el vuelo.

Luego nos dimos un baño
y salí pronto del agua
porque no quería de la piel
se me borrase el sueño.
 

 © Mariano Crespo Martínez



               
                                     

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