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lunes, 21 de mayo de 2012

La higiene



Cuando se sentía muy sucio.

Cuando sus poros le urgían humedad.

Cuando ansiaba empaparse de vida.

Cuando no soportaba la mugre
pegajosa con que te pringa la soledad,

gritaba que se iba a la ducha

y hasta que no se lo permitían,

llovía, porque no cesaba de llorar.


En la Comunidad nunca entendían

como, tras siete largas semanas
sin suministro de agua,

aquel hombre volvía empapado,
de una inutil ducha cerrada

y sonriendo como hacia tiempo
no recordaban ninguna boca

desgarrarse de felicidad.


© Mariano Crespo Martínez

Foto NAN GOLDIN

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