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miércoles, 21 de marzo de 2012

la risa y la muerte


El incienso lentamente se consume
sobre un palito en decadencia
como mi sexo en retirada.
Canta Janis Joplin.

No hay ni una palabra.
La tarde se adormece de yerba.
Las pupilas dilatadas.
Ahora recuerdo esa estampa
de tontas y tantas tardes.
Lo tórrrido de ser joven,
más allá de no sujetar la fiebre,
es que al carecer de historia
no tienes como sostener su mirada.
Y si ella no es de leer,
no le interesan tus citas
de poetas insensatos.
Y produce lástima que,
cuando el sexo concluye,
te sientas tan inútil
como un actor sin texto.
Por eso me calaban,
como un chaparrón de impotencia,
celos de lo hombres
que tenían mi edad de ahora.
No entendía que las chicas
pudieran detener su mirada
en esos tipos tan viejos,
pero intuía que llevaban dentro
un tesoro del que yo carecía:
que cuando el amor culmina
tienen algo más que silencio
y pueden sujetar la mirada
y decir algo para espantar la muerte.
Las mujeres agradecen
que las hagan reir 

en ese duelo denso
que deja el placer 

en la huida.
Antes del cigarrillo
y la higiene,
después del estremecimiento.


© Mariano Crespo Martínez

                


2 comentarios:

  1. La nostalgia que siento nació a la vez que yo, allá por los sesenta con Cafrune...

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    1. Disfrutala, pilar, pero que no te impida disfrutar el presente. Un beso.

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