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martes, 13 de marzo de 2012

Freud, el de los viajes submarinos


Para viajar al fondo del mar,
sin recurrir a Smirnoff,
ni a la absenta,
se necesita un máster
en noches
mostrando el sexo
a los urinarios públicos.
Ser mutilado de bomba o beso
sin asiento reservado en el metro.

Y, por encima de todo
.- de la ira de los dioses perversos incluso -
haber apostado el corazón a una carta
que no estaba en la baraja del deseo de ella.

Conocer las instrucciones de uso
de los naufragios sin botella,
haber tenido pus en el alma
y un tatuaje a fuego de su nombre
bajo la bragueta.

Para viajar al fondo del mar
no vale cualquier pena.

Al fondo del mar no se oposita
la fortuna te arroja atado de pies y manos
por la quilla de un barco
que lleva pintado a la proa
el nombre de tu fracaso.

Al fondo del mar
se llega con trienios
y remordimientos
como los polizones de armarios
y los viles corsarios
de sentimientos.

Para viajar al fondo del mar
ten en cuenta que a tu padre y madre
el pan y la sal vas a negar
porque en tus heridas pondrán vinagre.
No pierdas el tiempo
buscando en los fondos marinos
a no ser que quieras conocer
el nombre de tus asesinos.

Hazme caso marinero,
se razonable,
administra el miedo
y no te tumbes en un diván.

Nunca bajes del nivel del mar
ni del de tu ego.



© Mariano Crespo Martínez

         
          


1 comentario:

  1. Hola paciente de cabecera de Facebook, si me gustó este poema, y mucho, y sobretodo el final
    "Hazme caso marinero,
    se razonable,
    administra el miedo
    y no te tumbes en un diván.
    Nunca bajes del nivel del mar
    ni del de tu ego"
    Bueno, no se porqué pongo el final si me encanta todo, enterito... Pero es verdad que te salen los finales redondos.

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