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sábado, 18 de febrero de 2012

Y me cuento veinte.


Tengo 20 poemas de amor
y una esperanza
y un miedo
que es un hijo
de 20 años.
Tengo un fracaso llorado
19 días y 500 noches.
Me da pena que mis sueños
sean ya para mayores de 18.
Volví a los 17, como Violeta Parra,
después de haber cumplido un siglo.
Mis ambiciones nunca pasaron 
los dieciseisavos de final.
Quince años tiene mi amor
(arriba o abajo).
14 es el número
de la camiseta de baloncesto
con la que me salió el bigote
y la mala conciencia.
13 es un martes de dolor
vestido de gato negro y recuerdo.
Pongo una docena de huevos
cuando me tocan los que tengo.
Un once en el equipo titular
para cuando llega la hora de jugárnosla.
Un diez en conducta
cuando era párvulo.
Nueve semanas y media
soñadas con Kim Basinger.
Ocho años
tiene mi pequeño, Héctor.
Siete novias tuve,
para siete manos que no tengo.
Pecados inconfesables
que comienzan en el sexto mandamiento.
Como todos me invento historias
de  la mili de mi quinta.
Cuatro estaciones
en que me apeé
en un viaje sin Vivaldi.
Tres o más personas distintas
y un sólo yo verdadero.
Dos gardenias para ti.
Y un día, una hora,
un minuto, un punto y final
que, inevitablemente,

me está esperando.
 


MARIANO CRESPO
                              



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